jueves, 6 de mayo de 2010

San Agustín


Agustín de Hipona nació hacia el año 354, hijo de Patricio (un pagano) y Mónica (católica). Es la más importante figura de la Patrística Cristiana, recogiendo gran parte de la tradición filosófica que le precede, ejerce gran influencia en la historia del pensamiento occidental.
Ya desde su juventud le inquietaron las cuestiones acerca de “la existencia del mal”. Influenciado por el maniqueísmo que ofrecía una "iluminación" del alma que identificaba el bien con la luz. A una persona como Agustín, atormentada por la lucha moral, el maniqueísmo le ofrecía una solución al problema del mal:

"Me parecía que no éramos nosotros los que pecábamos sino que era no sé que naturaleza la que pecaba en nosotros" Confesiones de Agustín

El maniqueísmo es una religión persa fundada por Maní (de ahí proviene su nombre), contiene ideas gnósticas y es por lo tanto una religión dualista.
Según el maniqueísmo hay dos seres o principios supremos de igual orden y dignidad: el principio de la luz (el Bien) y el de las tinieblas (el Mal). Cada uno tiene su propio imperio; la región de la luz está situada en el Norte, la de las tinieblas en el Sur.
Para esta religión el hombre fue creado por ambos principios, el espíritu fue creado por Dios pero el cuerpo fue creado por el Diablo.

La comunidad maniquea se dividía en dos grupos:

Los elegidos, hombres en constante meditación, célibes y vegetarianos que tras su muerte ingresaban en el Reino de la Luz.
Los oyentes, hombres que servían a los elegidos podían casarse (evitando tener hijos), realizar ayunos prolongados, que tras su muerte esperaban reencarnarse en elegidos.

Para que el Reino de la Luz triunfara sobre las tinieblas, todos los elegidos y oyentes debían alcanzar el Reino de la Luz. En realidad, no era un triunfo lo que buscaban los maniqueos, sino un retorno al estado original, la separación del Bien y del Mal. Pues el mal es indestructible, la única forma de alcanzar el Reino de la Luz, es huir del de las Tinieblas.

Niega la responsabilidad humana en los males cometidos puesto que estos son provocados por el dominio del mal sobre nuestra naturaleza y no por nuestra libre voluntad.
Poco a poco San Agustín llegó a la idea de que sólo Dios es luz, sin oscuridad, como sustancia de la que depende todo y que, a su vez, no depende de nada. A partir de esta idea, comprendió que el Mal, por tanto, no podía tener sustancia, sino que era más bien la ausencia de Dios.
Por lo tanto el maniqueísmo decepciona a Agustín frente a la simplicidad planteada del bien ante el mal haciendo que no sea posible hacer progreso alguno.

Luego se convirtió al catolicismo y fue bautizado por San Ambrosio. Consagró su vida al sacerdocio y, posteriormente, fue nombrado Obispo de Hipona
Se esforzó por revocar las ideas maniqueas, recordando la responsabilidad del hombre en su participación para el mal y la importancia de la libertad humana para alcanzar la salvación ofrecida por Dios.

El tema central del pensamiento de San Agustín es la relación del alma, perdida por el pecado y salvada por la gracia divina, con Dios, relación en la que el mundo exterior no cumple otra función que la de mediador entre ambas partes.

Se puede decir que mientras para San Agustín el hombre no puede comprenderse sino a partir de la gracia divina para Sto. Tomás existe la posibilidad de llegar a ese conocimiento mediante el uso de la razón humana

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